20 de septiembre de 2008

De una rubia inocencia

De una rubia inocencia me creía haber privado, empero ahí sigue incólume, radiante, llena de fuerza, energía que desborda con tan sólo llevar una cinta en el cabello.

Son sus palabras, la estructura de su razonamiento, lo vivido en la fuerza de sus manos, y la mirada entornada en la añoranza de una gran ciudad, la que la tiene detenida en uno de mis nichos sentimentales, perdurando gracias a esas palpitaciones venéreas, ya que lo efímero de mi pensamiento no es buena guarda para su sonrisa ni su carácter jornalero.

La amo a través de sus palabras, de su cuerpo, y su movimiento.

Ella es una fuerza más del tiempo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Con esa descripción haces imaginarnos a una mujer ideal.
Fresas para ti Goyette.

Anónimo dijo...

No había leído éste. Me gustó mucho, me sentí identificada... Un abrazo, en definitiva este mes te robaré un café...

Anónimo dijo...

No será un robo.
Un abrazo