27 de diciembre de 2009

Poetas que olvidaron mirar

El aullido en mi sueño es para quedarme un poco más en él.

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Tengo ganas del aire que no acaricia pero que si muerde y convierte un impulso en una idea sostenida.

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La mañana tiene la gracia de una flor que resiste la noche sin llorar.

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Son horas en las que estamos sólo para caminar (poetas que olvidaron mirar).

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Mi huerto

Sólo el arrepentimiento que se ha escapado de su aislamiento en plena hora del sueño golpea disimuladamente la inquietud del deseo doblemente nato.

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Cabe la duda y la violencia en el corazón que me ha amado en una sintonía inexistente.

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Vienen los torbellinos fríos de ser padre con alguien que recién se estrenó como madre.

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Nos debilita el pesar y la sombra de un huerto que ya no se debe traspasar.

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En su tierra natal vive alguien más que al igual que ella ha conocido la sensación de ser sin estar.

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Su entrega a otra carne la hizo sin chistar, eso me quita el sueño y me hace meditar.

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El deseo que tuvo se duplicó, el tiempo suyo y no mío murió, me muero en pleno invierno.

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No engendró a ningún perro, pero tiene uno a lado, cuidando jadeante, al que fuera mi huerto.



7 de diciembre de 2009

Disimule la decepción

Espero perdure un poco más el deseo, y no mate la calma.

Deje de ser una y sea muchas en la noche, sobre todo en la cama.

Hable con una taza de café en las manos, y guarde los cigarros.

Disimule la decepción y luzca enamorada.

Cargue un paraguas, no sea que llueva en el camino.

Comente la utilidad de traer la uñas pintadas.

No me hable si aún no me conoce.

6 de diciembre de 2009

Zapatos de cualquier otra marca

En invierno los días son más tristes en una tienda de zapatos, pero no le queda más, en cuánto al aire acondicionado hace una semana que la dueña lo ha apagado, pero igual hace frío y las cajas están heladas. Las horas obligadas sentada sobre un roído y sucio banco, con un monitor colosal frente a ella y la azulada terminal de botones borrados son los elementos irremplazables de un escenario donde presenta el concurso de sus modestos esfuerzos frente a una gran ciudad que clama por su sangre. En la radio suena Stand by me de Ben E. King

Gisselle acostumbrada a la indiferencia y el transitar olvidado de una de las venas abiertas del progreso sólo puede ver sus pies continuándose uno al otro sobre zapatos de cualquier otra marca.

Será otra de esas noches en las que Rubí le narra sus recientes aventuras sexuales quemando cigarro, ¿ qué más da?, le alegra tener a una puta por vecina.


Goyette

2 de diciembre de 2009

Unas frases apenas

En unas gemelas es donde se nos ha partido el corazón.

Se me han ido muchos vientres, ahora fecundados.

No estaba listo, apenas era un niño.

Pensé en ti, pero más en mí.

¿Qué si te amo? claro, y ¿tú a mí?



No es que no te ame

No es que no te ame, es que te has agotado, el tiempo es así y nada más.

No es que no te ame, es que te busco a ti en otra mujer.

No es que no te ame, es que eso del amor no existe.

No es que no te ame, es que géminis y tauro no se llevan.

No es que no te ame, es que tengo cosas más importantes que hacer.

No es que no te ame, es que se me ha olvidado que quedamos para comer.

No es que no te ame, es que es el mundial.

No es que no te ame, es que mi mamá tiene mejor sazón.

No es que no te ame, es que tengo sueño.

No es que no te ame, es que también quiero a Gael.


Dos Gallos

29 de octubre de 2009

Versión tropicalizada

No me puede faltar el cigarro entre los dedos o sobre un cenicero, si es que decido contar una historia, sin embargo ahora me falta ese humo vertical cercano al mouse en las líneas que se suicidan con el folklore de la tierra húmeda. Cerca no hay trenes bala ni barrios informáticos que saturen las pupilas con sus impactantes anuncios que zumban al ritmo de la ciencia ficción, acá sólo se escucha el lamento del peso sucio y harapiento de cientos de hermanos guatemaltecos, hondureños y salvadoreños sobre los vagones del tren que le corta la circulación a una ciudad que apenas puede sobrellevar su historia y el mal auguro de su futuro como un organismo fuerte y sano. A pesar de todo voy perdiendo peso, me hago más etéreo, más leve, eso mismo que sólo Kundera lo puede explicar de una manera insoportable, parece que tiene que ver con la sangre y lo que esta significa en cifras que como dé lugar hay que reducirlas evitando el ron que era ingerido sin paragón.

@dosgallos aunque no cambio el jazz o la música clásica por el merengue o la salsa, inevitablemente uno es absorbido por ese cliché que pasa a ser una etiqueta del mundo burdo dónde sólo ciertos seres de belleza plástica compiten en su tiempo libre con cadenas informativas o se convierten en el hashtag del día gracias a una nueva estirpe de fans que los siguen por todas partes mientras haya conexión Wi-Fi.

Aquí no hay la belleza que puede ser percibida por quién puede sentarse en un parque enclavado en el centro de Tokio, ni tampoco existe la elocuencia por parte de mujeres que cojean, sólo hay salones de belleza ramplones administrados por niñas-mujer, que recién han dejado los estudios preparatorios y que ganan más que un médico o un abogado que también apenas lo es.

Y todavía espero ese libro y su traducción que lleva por título el año en que nací, para comprobar una vez más que sólo soy un personaje Murakamiano versión para Latinoamérica.

18 de octubre de 2009

Frío de cinco años atrás

En el dos mil cuatro mi independencia tenía la característica de ser concedida, en el frío, que al mismo tiempo era privilegio de unos pocos resistir como estampa de un primer mundo ilusorio entre vagabundos acompañados de sus perros fuera de cualquier subway québécois.

Ahora en un frío benigno para mí y cruento para otros permanezco en un limbo independentista, donde no alcanza lo suficiente para ser autónomo, pero dónde gozo del estado paternalista alejado del concepto estatal y más cercano al familiar.

Me siento cercano a esa sensación de cinco años atrás, en la cual un templo de fundación me cobija los domingos y que me recuerda lo lejano que estoy de esas montañas que fueron casa y enseñanza cinco años atrás.

Dos Gallos.

18 de septiembre de 2009

Buenas noches (me dicen)

Me veo como de lejos, sentado en una clínica de aspecto bucólico, con las manos sujetando Sputnik, mi amor, tratando de ahogar la incertidumbre del porvenir en letras de un melómano japonés, escucho como una compresora rompe y hace cimbrar el pequeño espacio destinado a la espera hombres menos afortunados.

Aprovecho cada cinco minutos el agravante sonido de la máquina a mi lado, para dejar el libro en el asiento contiguo y sorber un poco de los mocos que me dificultan la respiración.

Frente a mí, en una pared que salva su desnudez cuelga un Cristo y una cruz cómo apenas pudiendo estar, un Cristo que no alcanza a voltear, que le cuesta respirar y que tiene impedidas las manos para rezar, humildemente está ahí, y yo también.


Medio absorto en la lectura no he perdido detalle alguno del transitar de los familiares de pacientes que seguramente han de guardar un olor empobrecido y cansino, casi todos al pasar me dirigen un saludo sólido e involuntario Buenas noches (me dicen), por qué negarlo, yo correspondo con las mismas ganas, pero con otra cara.

A una mujer que guarda cierta relación con el lugar le parece que mi lectura es consecuencia de algo alejado del placer, por lo que me invita a pasar a una de las diez habitaciones y ver algo por el televisor, no se ha dado cuenta de que juego a ser un personaje a lo Kundera, esperando sentado, a que mi padre termine de operar para regresar a un pueblo más grande, dónde me esperan algunas pastillas y una noche entera para que hagan efecto, en ese presagio ranchero que es de costumbre y buena educación.


Dos Gallos

30 de agosto de 2009

La caza del carnero salvaje

No es extravagante perseguir tus sueños, lo realmente perturbador es que vayas en busca de un carnero inexistente con una mancha en el lomo, y más interesante resulta que el hombre y el cornudo animal se vuelvan uno mismo.

Son recuerdos de una vida simple y mediocre, horas flotantes entre tragos y cacahuates en un día cualquiera en un bar.

Nace pronto el deseo de unas orejas que irradian una nueva oportunidad que se esfuma al leve susurro en la montaña.

Murakami y su sello metafísico impregnado en esta obra por aquel toque de humor desperdigado y desobligado convierte a "La caza del carnero salvaje" en una aventura oníricamente detectivesca.

Goyette

Si tuvieras esta misma ilusión

Si hablara de tus manos, hablaría de ellas cuando éstas, toman las mías,

Si contara con sólo mil suspiros, estos nacerían de mil sonrisas tuyas,

Si me quedara un último minuto contigo, lo pasaría posando mis labios en los tuyos,

Si tuviera por siempre tu compañía, mi corazón en el tuyo se fundiría.



Si tuvieras esta misma ilusión.


Goyette

24 de agosto de 2009

Antes que sea domingo

Si trato de poner una imagen aquí, es en contestación a esas cursilerías que bañan a los cuerpos de sudor, y que en menos del tiempo de una carta hacen declaración de amor.

Te has liberado por un lapso igual que el que le llevó al señor, la mismísima creación, creeré en las palabras y en ese beso que narras con cierta humectación.

Mis brazos, esos mismos que tus muslos no han recorrido, tienen la medida perfecta para arrancarte uno que otro suspiro.

Disfrutemos de la luna y volvamos a casa, antes que sea domingo.


Goyette

Siete días

Y yo me quedo,
contigo,
esperando,
para ti escribo.



G

22 de agosto de 2009

Gregorio Samsa y yo, somos tocayos

Yo no contesto el teléfono, me doy el lujo de aguantar los timbrazos, luego todo es calmo, no reviso los mensajes de voz, porque vienen de voces muertas que le hablan a un muerto.

No hay mucho que se pueda esperar de mí, confieso, que conmigo mismo me siento a ratos aburrido, por eso tomo un libro para olvidarme de mí, para olvidarme de mí con los demás.

Giro el cuello, siento el vello facial y me lavo endemoniadamente el rostro buscando a otro que sonría con mayor sinceridad y sienta cariño honesto aunque sea un momento.

Tal vez un día despierte siendo otro e invencible a un ataque nuclear que me recuerde que Gregorio Samsa y yo, somos tocayos.

Goyette

Sigo postergando una carta a Chiapas

Sigo postergando una carta a Chiapas, he vuelto a quemar cigarrillos en el cenicero y a pasar noches de poca lluvia implorando por una musa de tintero digital.

Con un dejo más desenfadado permito que las tardes y la horas en ellas fluyan constantes a destinos inciertos pero cargados de una emoción que he solicitado desde hace poco tiempo, me veo en una habitación blanca con muebles pesados y diez libros en la estantería de mis primeros días futuros, quizá busque un lugar sin tráfico y por toda ciudad, un centro que sea un panal.

Tal vez mis líneas deberían ir al norte, donde me esperan las ganas de una mujer comprometida con la venta de libros y abrazada al ser, cuyo nombre tenía el profeta que es paloma de la paz.

Goyette

16 de agosto de 2009

Es que no hemos vivido

En la vanidad del sentimiento me siento a escribir, para una palabra, un acento y una flor, no hay nada en el interior de un jarrón que no sea agua o un frío terrestre, así me llega una conclusión aventurada y prematura de una jovencita que ansía un amor maduro y entregado.

El domingo es un día detenido, donde el mentón se hace una lija y mis ojos al atardecer se van nublando del coraje propio del mozalbete reprimido, o de los cuentos que ni tú, ni yo, hemos concebido.

Es que no hemos vivido.



Goyette