20 de mayo de 2007

Valores recostados


A veces las flores son insuficientes, los libros pesados, y la luna un gigante que no habla.

Recostado en la cama, el calor inunda los pensamientos, la ropa no es material, y los sueños agonizan.

De mañana nada es calmo, nacen ideas, y se extinguen los cigarrillos en una mano.

Me cansan las palabras de un laboratorio, las construcciones sin imaginación y los versos comprometidos.

A veces olvido la humedad de los besos, el peso del cabello sobre mis hombros, y el olor de una bebida fermentada.

Aún me regocija el césped recién cortado y el deseo de correr sobre él, sin pudor, ni compasión.

Buscó la vieja militancia sesentera en libros a mitad de precio, tocados y marcados por otras manos.

Para mí, ya no hay un abuelo sentado en su despacho, ni mucho menos inocencia retenida en un regazo.

Con hacha en mano, siento la madera, las teorías de naciones lejanas, y la misión de liberar a patrias hermanas.



Goyette Dos Gallos