29 de junio de 2009

Varias noches

Juguemos con los cantos que nacen de los gatos, con las sirenas de calles húmedas y sucias, bailemos celebrando el erróneo biorritmo que no va a la cama,
entrelacemos las manos, entre sudor y satisfacción, mi risa, tu sonrisa.

Es tiempo, de nosotros y de varias noches en brama.


Goyette

23 de junio de 2009

Tuvimos un abril donde morir en los poemas

Tuvimos un abril donde morir en los poemas, también iglesias pequeñas donde tu mano y la mía vivían un extraño compromiso. Confieso que no vimos nieve porque en nuestra geografía es casi inadmisible, y que la patria es aquella que aún nos recuerda a nuestros hermanos, primos y abuelos.

Yo te amaba en esa dimensión del tiempo imposible, desde las tardes infantiles leyendo en la sala de la abuela, hasta el canto de los helados en Riva Palacio, en mi felicidad de niño solitario.

Aún sueño que nos fugamos, paramos en un pueblo y jugamos en el barro.

Goyette

22 de junio de 2009

Sin escribir a Chiapas

Hay ideas en la noche que no llegan si no hay cigarro y cartas que no llegan a Chiapas, los días transitan entre fuertes lluvias, calor desafiante, altos precios y lecturas de los últimos revolucionarios de la Sierra Maestra.

La red me invita al movimiento anulacionista, y en esa tesitura para evitar diferentes lecturas de un voto nulo por el poder fáctico de la televisión, es mejor brindarse a ese personaje de la ficción electoral llamado Esperanza Marchita. Pero mientras se marchita mi esperanza sigo en la desesperación de los balcones, las miradas y los deseos de una ex novia mexicano-vasca que he dejado de ver hace tiempo.

Me he declarado un soltero perpetuo, sin expectativa de cambio y con muchos días como este en los que sigo sin escribir a Chiapas.

Goyette

15 de junio de 2009

Patria de mujer

De nosotros sólo la tristeza,
la amargura,
el buenos días cansado,
las manos entumidas,
la calle y su ruido,
el frío aquí detenido.


Incendias las cartas,
huyendo de las palabras,
las tuyas,
las mías,
qué más da,
si son cenizas.


Refugio oprimido el del parque,
los cigarros en tu abrigo,
los billetes y el mechero
también a tu cobijo.


Estamos los dos,
teniendo miedo y frío,
Insoportablemente
yo soy tu abrigo.


Separados por el hastío,
del forzoso exilio,
sin patria, sin amigo,
a penas es domingo.



Goyette

5 de junio de 2009

Te esperaré viajando

Extraño que tus letras me toquen, que hablen de mí, que fumes al pulirlas, que tu obra sea de lo que junto a ti viví.

Cuando me hablas del tiempo, de los maestros, de tus noches vertidas en ensayos, de tu vida con otro hombre, y de la montaña que un gigante sólo pudiera montar, no sé cuánto de eso me contenga a mí.

Extrañas a los viejos y su charlas de las diez, los diarios del tiempo indigenista, la matanza en Acteal, la vida que cambia con otra taza de café, y tu pureza perdida a los dieciséis.


Te esperaré viajando
y tú me buscarás escribiendo.


4 de junio de 2009

Somos

¿Seremos tan fáciles, que la risa de un niño nos conmueve? tal vez lo somos, y nos odiamos por ello, las noches son de gatos zalameros y los días de perros que aguardan y protegen.

No hay odio ni carril bici, sólo calor, polvo y carretera, nos odiamos en el folclore de agua pintadas, servilletas coloridas y saleros con forma de jitomates.

No nos queda mucho, además de los indígenas por la calle, las nubes anunciando la tormenta, y la grasa en la zona "te" de nuestra cara.

Goyette

3 de junio de 2009

Serás en mí la tristeza de Kundera

Serás en mí la tristeza que se acomoda, la misma que posa su mano buscando acompañar el ritmo contenido en el pecho, y que entregada sólo le queda el suspiro que se vuelve viento frío sobre la carne alquilada, la misma que yace en el lecho.

Vendrán los días en que estemos lejos, esos dónde me involucre con una mesera tan provincial como yo, y del estilo de las enfermeras apasionadas de Kundera.

Hará calor y entonces probablemente volveré al cigarro, la postura y un vaso de ron con tintes de amargura y tres cubos de hielo.

Podremos olvidar las traiciones y regresar el saludo, acercarnos y quizá todavía amarnos, si es que todavía estamos.

Goyette