23 de junio de 2009

Tuvimos un abril donde morir en los poemas

Tuvimos un abril donde morir en los poemas, también iglesias pequeñas donde tu mano y la mía vivían un extraño compromiso. Confieso que no vimos nieve porque en nuestra geografía es casi inadmisible, y que la patria es aquella que aún nos recuerda a nuestros hermanos, primos y abuelos.

Yo te amaba en esa dimensión del tiempo imposible, desde las tardes infantiles leyendo en la sala de la abuela, hasta el canto de los helados en Riva Palacio, en mi felicidad de niño solitario.

Aún sueño que nos fugamos, paramos en un pueblo y jugamos en el barro.

Goyette

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Los milagros, los recuerdos nos unen.

Gracias por el eco, don Goyette.

g

Carlos Gregorio dijo...

Y aún más los ecos, esos que dejan las palabras por más tiempo, que casi no son de nosotros.

Kare dijo...

Me recuerda la historia perfecta que soñamos en la primera ilusión, me da nostalgia, me enternece el presente.
Un beso

Aquí no hay enchiladas suizas de esas!!!! nooooo

Carlos Gregorio dijo...

Son las historias que nos quedan a esta altura, y sobre las enchiladas, es una pena que no las tengas tan cerca.

Mi abrazo.