Sigo postergando una carta a Chiapas, he vuelto a quemar cigarrillos en el cenicero y a pasar noches de poca lluvia implorando por una musa de tintero digital.
Con un dejo más desenfadado permito que las tardes y la horas en ellas fluyan constantes a destinos inciertos pero cargados de una emoción que he solicitado desde hace poco tiempo, me veo en una habitación blanca con muebles pesados y diez libros en la estantería de mis primeros días futuros, quizá busque un lugar sin tráfico y por toda ciudad, un centro que sea un panal.
Tal vez mis líneas deberían ir al norte, donde me esperan las ganas de una mujer comprometida con la venta de libros y abrazada al ser, cuyo nombre tenía el profeta que es paloma de la paz.
4 comentarios:
Los domingos son días para reinventarse, es eso o morir en el séptimo día...
Fresas para un gran amigo.
OHHHH!!!
LO LEO
Y LO LEO
Y LO LEO
Y LO LEO
Y LO LEO
TENDRÉ NUEVAMENTE SIETE FABULOSOS DIAS PARA LEERLO Y LEERLO Y LEERLO....
un abrazo,
g
Sugar: Es que se cansa, merece la muerte, por eso se duerme, pero regresa, esperemos que ya el rostro no sea una parte de lija.
Siete días,
te espero.
G
Publicar un comentario