Pareciera que todos sus jueves de cervezas son iguales, un poco de charla necesaria, actualización, especulaciones sobre el novio de su amiga (en el momento que se levanta a orinar e inspeccionar piernas curtidas de las mesas contiguas) ¿qué podría esperar?
Dicho ritual no le perjudicaba en absoluto, sólo la distraía de las horas distendidas de cada semana, de toda una vida, de su triste vida en una zapatería, de una pequeña plaza en una gran ciudad.
Al pedir la cuenta Rio se acercó para decirles lo que habían de pagar, cada uno sacó su parte y se le entregaron con todo y monedas a Rio, no había cambio que dar, el pequeño excedente de la cuenta fueron tres pesos, mismos que Rio apartó como propina.
Al llegar a la entrada del edificio, Gisselle no encontró a Don Gustavo, situación que era extremadamente anormal, sabía que dicho portero había hecho un juramento de no tocar gota de alcohol ya hace cinco años, ¿qué podría haberle sucedido? seguro no se iría, así como si nada.
Al adentrarse escucho voces apresuradas, y de pronto casi atropellándola salieron unos paramédicos cargando una camilla seguidos de Don Gustavo que con voz quebrada les rogaba que la cuidaran.
-¿Qué ha pasado?- Gisselle tras esquivar la camilla.
-Casi la matan, casi la matan, esos desgraciados no tienen madre -Don Gustavo sorbiendo mocos y pegando sobre uno de los barandales.
-¿A quién, Don Gustavo? –le preguntó Gisselle.
-A la señorita Rubí -ahogándose al hablar-. Por poquito y la matan.
5 comentarios:
¿Y qué te pudiera decir además de que me dejaste ansiosa de seguir leyendote? Las cosas que valen la pena se toman su tiempo.
Gracias por cumplir tu promesa aún conociendo casi nada de mi.
Saludos.
No hay nada que agradecer, a veces toma tiempo.
Espero te encuentres bien, y que sigas esta historia, dure lo que dure.
Gracias.
Sea Bienvenido al blog de Fonseca Aleilton.
Abrazos
Bueno, me estoy poniendo al día, me he quedado intrigada...
Kare:
Pronto un nuevo post de esta historia.
Gracias por volver.
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