Todos tienen una historia, y cada cabeza es un mundo, un lugar común para narrar una triste historia, pero realmente son pocas las historias que resultan ser interesantes además de tristes, y es ahí donde aparece Rubí, todavía antes de nacer.
Hay quien dice que el lugar de nacimiento lo determina a uno, sin intenciones de averiguar tal aseveración lo que importa es conocer el ground de la peculiar vecina de Gisselle.
El estado mexicano de Michoacán fue el escenario natural para que los padres de la futura sexoservidora de la gran ciudad se conocieran en su día de descanso en el parque nacional de Uruapan, donde la vegetación junto con el color de su gente empobrecida y de histórica piel fueron cómplices para unirlos en sagrado matrimonio.
Era de esperarse que con las ganas de dos enamorados pasara muy poco tiempo para que la madre de Rubí se embarazara, ya era mucho el lograr casarse sin tener compromiso en el vientre antes del matrimonio, sacando cuentas, debieron encargarla a París en cuanto se encerraron su primera noche de bodas.
Tras unos ocho meses sin nada relevante que narrar más que las usuales complicaciones de ser ochomesina nacería en la ciudad de Pátzcuaro pesando un kilo doscientos nuestra futura Rubí del Carmen.
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