Es posible refugiarse en esos pies que dan camino, que rompen brecha, que calientan alma, y empolvan ciruelas.
Me recuerdo con la abuela, en una pertinente dulzura de lo posible y también de lo imposible.
Me siento niño, me siento temido, no tímido, sino en flor, en el borde de las botellas, y primos sobre ellas, entre muchas, la solera.
Son escalones flotantes, y cuartos muertos en la pulcritud, los que me dejan sordo un instante.
Vuelvo con ese retrato, el de la suegra de mi abuela, que será de ella, si los restos me los dejaron en una imagen.
Primera de siglo, y yo, ¿ya seré grande, lo estoy, pero lo soy?
Me recuerdo con la abuela, en una pertinente dulzura de lo posible y también de lo imposible.
Me siento niño, me siento temido, no tímido, sino en flor, en el borde de las botellas, y primos sobre ellas, entre muchas, la solera.
Son escalones flotantes, y cuartos muertos en la pulcritud, los que me dejan sordo un instante.
Vuelvo con ese retrato, el de la suegra de mi abuela, que será de ella, si los restos me los dejaron en una imagen.
Primera de siglo, y yo, ¿ya seré grande, lo estoy, pero lo soy?
2 comentarios:
Me encantó la fluidez. A veces no sé si prefiero tu poesía o la prosa. Un gran abrazo.
Yuly, me basta con tu mirada en mis letras, eso a mi me basta, en este instante.
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