20 de septiembre de 2008

De una rubia inocencia

De una rubia inocencia me creía haber privado, empero ahí sigue incólume, radiante, llena de fuerza, energía que desborda con tan sólo llevar una cinta en el cabello.

Son sus palabras, la estructura de su razonamiento, lo vivido en la fuerza de sus manos, y la mirada entornada en la añoranza de una gran ciudad, la que la tiene detenida en uno de mis nichos sentimentales, perdurando gracias a esas palpitaciones venéreas, ya que lo efímero de mi pensamiento no es buena guarda para su sonrisa ni su carácter jornalero.

La amo a través de sus palabras, de su cuerpo, y su movimiento.

Ella es una fuerza más del tiempo.

12 de septiembre de 2008

Del águila y la serpiente



Es cierto, el mito del águila y la serpiente no es tan prehispánico como uno lo ha imaginado siempre, la prueba la encontramos en este mosaico bizantino de la ciudad de Estambul, donde se puede apreciar esa batalla tan inquilina de la conciencia del mexicano entre estos dos seres de naturaleza portentosa.




En esta otra imagen plasmada también en forma de mosaico inspirado en salones árabes, somos testigos de la milenaria lucha entre estos dos animales, preciosos símbolos de los elementos naturales.

¿Y el símbolo patrio, el escudo nacional mexicano, ese interesante complemento de la bandera mexicana, dónde queda ante estas evidencias históricas?

La verdad, es que la diferencia entre esas representaciones y el escudo mexicano puede ser radical en cuanto a su concepción o quizá la percepción que se le pueda asignar.




Para muchos mexicanos este emblema representa además de la fundación de Tenochtitlán, a una águila devorando una serpiente,(en esta imagen no aparece serpiente alguna, arriba) idea que para los primeros evangelizadores en el nuevo mundo no les debió parecer tan mala, ya que el águila siendo una de las muchas representaciones de cristo, bien podría representar, la lucha entre el bien y el mal encarnizado en escamas por la serpiente, esta puede ser una aproximación bastante coherente de que la imagen perdurara a través de los siglos y no fuera censurada por la santa iglesia.




Si bien, para muchos otros, el águila y la serpiente no representan valores cristianos o una lucha cósmica entre el bien y el mal, si podría pasar como una analogía visual de Quetzalcóatl, teoría que también busca cierta justificación.



A modo de una teoría personal, concluyo, que es una representación primitiva del cielo y la tierra en perfecta conjunción, lo más parecido al ying-yang, ya que a diferencia de las creencias de muchos, la serpiente, no está del todo perdida, a pesar de estar presa por el águila, permanece en posición de ataque, mientras que el emplumado mantiene una posición pasiva.(en el actual escudo nacional) ya que en otros escudos mexicanos, utilizados en otras épocas en las distintas banderas de México, o bien la serpiente mantenía una posición sumisa con respecto al águila o era engullida por ésta.


10 de septiembre de 2008

Buscando patria


De la patria y otros errores, el descifrar patrias inciertas, ¡imposible! pestañar el ocaso y el frío en la tierra.

Lo cierto es que la patria de uno, va madurando dentro, no en la geografía, sino el vivir, por eso la patria es donde están los amigos; nacemos sin patria, pero se nos designa una, porque ni en la sangre está fluyendo, simplemente la patria es la vida que te vas bebiendo en el transitar de los días, encontrada o no.

Ser mexicano o guatemalteco, que más da, siento igual, y lloro de la misma manera, ¿si fuera boliviano mi pena sería más? El color, araucano, aimara o de aztlán podría estar graduado para la protección solar, pero me seguiría quemando así sin más.

La patria es aquí, son mis letras y las de los demás, mi patria estará donde conozca labios sin probar, la misma donde me canse de caminar, donde me rinda al no poder más, y donde me vuelva a levantar, la que yo elija y quizá después, otra será.

De la patria y otros errores


De la patria algunos blasones, tequila o aguardiente y como fondo algunas canciones, una historia sin ocupar, un lugar que se ha pretendido ganar, una raza cósmica que lo que ha hecho es llorar, y la tristeza de una nación que no ha de cuajar.

No existe eso de la nación mexicana como tal, la realidad es que somos mexicanos por un pacto federal, eso de la patria es tan ilusorio, como una supuesta superioridad basada en la herencia indígena, una falacia que ha perdurado por el sentimiento de culpa, ambición, entierro de una posible y bien concebida mexicanidad y las nefastas intenciones globoterroríficas de los sajones americanos.

No es posible una nación, con la identidad desperdigada, con ciudadanos mancillados en mal contado pasado, pensando que su madre fue ultrajada, siendo ellos producto de lo ya consumado.

La mexicanidad es muy joven aún, una identidad que no se conoce, y peor es que no reconoce la mitad de su esencia, siendo así que su pena cabe en un grito bárbaro cada septiembre, escupiéndose el alma al hondear una bandera de la cual se cree es la más hermosa sobre la tierra, mientras reniega de la patria primera.