6 de marzo de 2011

Asirla de la mano

Estuvieron toda la tarde tomados de la mano, no hablaron por un largo rato, sólo sentían la preocupación del otro gracias al sudor de sus manos y por aquella extraña fuerza que los lleva a hablar con su estrechar.

Hoy extraña el asir su mano, pero recuerda y se ha asegurado no olvidar jamás esa despedida sin oraciones audibles, pero sí de pulsaciones que se despedían pronto.

Sería pronto.

No hay comentarios: