Extraño que tus letras me toquen, que hablen de mí, que fumes al pulirlas, que tu obra sea de lo que junto a ti viví.
Cuando me hablas del tiempo, de los maestros, de tus noches vertidas en ensayos, de tu vida con otro hombre, y de la montaña que un gigante sólo pudiera montar, no sé cuánto de eso me contenga a mí.
Extrañas a los viejos y su charlas de las diez, los diarios del tiempo indigenista, la matanza en Acteal, la vida que cambia con otra taza de café, y tu pureza perdida a los dieciséis.
Te esperaré viajando
y tú me buscarás escribiendo.
4 comentarios:
El tiempo se escurre
la vida cambia de sitio
e inexorablemente,
seguimos siendo nosotros.
Es bueno leerlo, Don Goyette
sin libro
sin árbol
sin hijo.
Saludos.
g
Sin algunas cosas, pero también sin aflicción.
G y G lejanas las montañas.
Una encantadora paradoja?
Aqui pasando, leyendo...
Un beso
See youuu
Kare
Agradezco tu paso, tu mirada y palabra.
Saludos.
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