Cuando me he creído poeta, las ganas, el amor y los alhelíes han valido poco ante la formalidad, el futuro prometedor y una cuenta en el banco.
Me he soñado de sangre y papel, siendo lo que escribo y regalo, lo que puedo ser.
Se me agotan los versos entrando a la madurez, pero en la débil resistencia de los días, todavía soy poeta.
Poco me queda de lirismo, tanto que la tierra por muy mojada, me sigue absorbiendo con un aire de cinismo.
¿Cuánto me queda? Sólo las ilusiones provinciales, ferroviarias, universitarias y las letras libertarias.
Un amor de muchas musas, que me han dejado despidiéndoles en andenes llenos y vacíos, de polvo y hastío.
Me he querido ir con más de una, pero todas las balas se las llevó Werther, añejando mi tinta muerte.
Por eso soy un soñador de sangre y papel.
Lo que puedo ser.
Un amor de muchas musas, que me han dejado despidiéndoles en andenes llenos y vacíos, de polvo y hastío.
Me he querido ir con más de una, pero todas las balas se las llevó Werther, añejando mi tinta muerte.
Por eso soy un soñador de sangre y papel.
Lo que puedo ser.