Me hablaba de la luna y su resplandor mientras yo fingía escucharla, admiraba una suerte de tatuaje musical que llevaba en la cadera.
Ya habíamos alargado varios cigarros y desbordado el cenicero absortos en el amarillo de las páginas inquilinas sobre el buró.
Ella seguía en el balcón esperando que fuera ya de mañana sin el tramite de una noche eterna y que esa luz estelar no se pierda sin antes decirle adiós.
@GregorioSU
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