No valía la pena pedirle su número, rara vez contestaba, si es que traía móvil, sólo quedaba esperar, era una cuestión de libertad, uno de esos resabios de resistencia tecnológica.
Dadas las circunstancias resultaba más sencillo presentarse en el bar y preguntar por ella, ese método era más provincial y menos severo. Y cuando los tiempos coincidían bastaba con aguzar la mirada y encontrarla en una mesa absorta en sus pensamientos con cerveza en mano.
El saludo de mejilla sobraba, ante un choque de cuellos de botellas y una cajetilla estirada.
Así eran nuestros días antes de que partiera a la playa.
@GregorioSU
5 de junio de 2012
3 de junio de 2012
De luna y tatuaje
Me hablaba de la luna y su resplandor mientras yo fingía escucharla, admiraba una suerte de tatuaje musical que llevaba en la cadera.
Ya habíamos alargado varios cigarros y desbordado el cenicero absortos en el amarillo de las páginas inquilinas sobre el buró.
Ella seguía en el balcón esperando que fuera ya de mañana sin el tramite de una noche eterna y que esa luz estelar no se pierda sin antes decirle adiós.
@GregorioSU
Ya habíamos alargado varios cigarros y desbordado el cenicero absortos en el amarillo de las páginas inquilinas sobre el buró.
Ella seguía en el balcón esperando que fuera ya de mañana sin el tramite de una noche eterna y que esa luz estelar no se pierda sin antes decirle adiós.
@GregorioSU
Suscribirse a:
Entradas (Atom)