Tras cada jornada, en los últimos minutos de la tarde noche, le damos a la audiencia el resumen de lo aprendido, esa lección que hemos tomado a base de lo vivido, ya sea en el mismo día o tras una serie de días y que nos ha llevado a un valioso aprendizaje.
Se nos va la tarde, y seguimos en lo mismo, en ese escurridizo anhelo que se lleva el sol, caminamos arrastrando un pie, apartamos piedras, volteamos tras un llamado que no vemos, no oímos.
El interlocutor a un lado, sea en la calle o en un motel, mejor juntos en la estancia, entre libros, una alfombra y por cocina un sartén.
Se ha muerto la noche, la luz urbana vuelve incierto nuestro anochecer.
Esas horas calladas vendrán después.
1 comentario:
Me ha gustado su relato y sobre todo eso de las horas calladas es muy poético.
A cuidarse.
G
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