Serán esos ojos que temen ver de frente cuando se revela el sentimiento, las manos frágiles que apenas descubren el hueco de otras, los cigarros apresurados que se escapan mientras mantenemos la noche nuestra.
Tímidos son los rostros que se desprenden de los anteojos por temer chocar en los besos, es la madrugada que habla y distrae la atención de la ausencia de la cama.
Entre nazis y Neruda se pretende la calma, de corazones rotos y disparados a la espera del pronto gemido y brama.