14 de marzo de 2011

Hola Shary


Hola Shary

Perdón por no escribir más seguido, la soledad me ha dado muy duro, te extraño demasiado, se que te había prometido escribir más seguido, pero no he tenido la fuerza de enfrentarme a la nada, he querido recibir una señal, la que fuera, pero no pasa nada.

Regresa y dime estabas atada.

7 de marzo de 2011

Jardín

Buscaba alejarse de los predicciones médicas, salía un rato a tomar el fresco, y paraba su caminar un momento para volverse hacia la ventana de Shary, anhelaba tanto estar con ella en otros escenarios, por el momento no sería posible, pero tenía fe.

Nadie le decía nada, y poco le importaba, era una especie de cábala, que no habría de durar por mucho tiempo.

6 de marzo de 2011

Asirla de la mano

Estuvieron toda la tarde tomados de la mano, no hablaron por un largo rato, sólo sentían la preocupación del otro gracias al sudor de sus manos y por aquella extraña fuerza que los lleva a hablar con su estrechar.

Hoy extraña el asir su mano, pero recuerda y se ha asegurado no olvidar jamás esa despedida sin oraciones audibles, pero sí de pulsaciones que se despedían pronto.

Sería pronto.

3 de marzo de 2011

Sin zapatillas deportivas

La había conocido en aquella estéril y sofocante mañana, muy marchita de ganas, y con una sonrisa que cargaba mucho, y habría de dar más.

El de visita, ella cliente frecuente de los exámenes, y las quimios obligadas para retenerla un poco más, para la esperanza cansada de una joven de 28 años. Sus tiempos predestinados tan sólo por la fractura deportiva de esa mañana en el instituto.

Era más que imposible su encuentro, pero dicen que el destino es el destino.

Y se encontraron.

2 de marzo de 2011

Matte

Como cada noche desde hace seis meses espera paciente en el sillón de la sala, sin luz artificial, apenas la que se ha colado de entre las cortinas insulsas que cubren el ventanal que da hacia el balcón de la ciudad triste y gris, roja y palpitante, amarilla y espantosa.

Ha tenido miedo de conocer la hora exacta de aquel ritual, sólo sabe que hay que esperar el último domingo de cada mes, en la hora inexacta del reino de la sombra para tenerla etérea frente a él por unos minutos que escapan al entendimiento.

Sigue esperando.